domingo, 29 de julio de 2012

BATANIA, TU NOS PERTENECES. NEORRABIOS@


domingo, 29 de julio de 2012

Phelps y Neruda


Tenía dudas y hasta dijo que no. Cuando al fin anunció que acudiría a los Juegos de Londres, los necesitados de ídolos dimos por hecho que haría lo único que sabe: imperar, dominar, humillar, poner al adversario al nivel de la mortadela y arrastrarlo por los pelos como hizo Aquiles con Héctor ante las murallas de Troya. Pero llega la primera prueba y Michael Phelps queda cuarto. ¿Qué has hecho, desgraciado?

Lo cuenta Cortázar en su extraordinario relato Queremos tanto a Glenda: es preferible matar a la diva antes que se marchite. Las grandes admiraciones generan monoteístas muy poco dispuestos a consentir una sola mácula en su deidad adorada. Los monoteístas hablamos en primera personal del plural, porque Phelps ya no se pertenece sino que nos pertenece: nosotros habíamos ganado dieciséis medallas en dieciséis pruebas, nosotros veníamos de ganar ocho oros en Pekín y nosotros habíamos convertido la misma natación en una mera nota a pie de página de nuestro Phelps. Pero llega este cuarto puesto y eso sí que no, Michael, este cuarto puesto es tuyo y sólo tuyo: ¿para qué has ido a Londres? ¿Qué necesidad tenías? ¿Crees que puedes permitirte, te vamos a tolerar nosotros, insensato, cuarto?

Me viene a la cabeza Pablo Neruda. A la muerte de César Vallejo en 1938, casi nadie que estuviera cuerdo o no fuera Juan Larrea consideraba la obra de Vallejo comparable a la de Neruda. Pero treinta años después ya existía el debate que dura hasta nuestros días, y no sólo porque la obra de Vallejo se fue revalorizando, sino porque la obra de Pablo Neruda comenzó a declinar. Neruda cometió el error de seguir escribiendo. No niego que dentro del Canto Generalo del Extravagario o los Cien sonetos de amor o los cuatro libros de odas (Navegaciones y regresos me parece el cuarto) o algunos otros no haya poemas buenos, que los hay, pero... ¡cuántos medianos y hasta malos! ¡Cuántos que no fueron escritos por nosotros, sino por él! Pues fuimos nosotros los autores de Veinte poemas y la Residencia, Pablo, pero todo lo demás, me refiero a los poemas y libros malos, todo eso lo hiciste tú. ¿Cómo no te diste cuenta que tus imperfecciones ponen en cuestión tus perfecciones? ¿Qué Las uvas y el viento rebajan aResidencia en la tierra? ¿Qué caer tan bajo pone en duda que fueras tan alto? ¿Por qué nos hiciste eso, Pablo, por qué escribiste esos libros?

¿Por qué Alí necesitó desmentir su retirada y volvió para ser derrotado por Larry Holmes y Trevor Berbick? ¿Por qué Schumacher se desdijo y ahora se arrastra por las pistas de la Fórmula 1? ¿Por qué Björn Borg volvió cuarentón y para perder ante mediocres? ¿Qué necesidad tenía Lance Amstrong de regresar al Tour? ¿Por qué algunos monstruos del deporte actúan como si se pertenecieran, como si no nos debieran todo a nosotros?

Pienso con envidia en los monoteístas de García Lorca o Ayrton Senna o Kurt Kobain o Amy Winehouse o Arthur Rimbaud, que hasta pueden lamentarse de lo jóvenes que murieron o desaparecieron sus ídolos. Sí, quizá Lorca hubiera logrado escribir algo mejor que Poeta en Nueva York y Rimbaud algo mejor que Una temporada en el infierno. O quizá no. Quizá hubieran seguido y... ¡paf!

Cuartos.
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